“MADE IN HEAVEN”

 

“Made in heaven” fue el decimoquinto álbum lanzado un 6 de Noviembre de 1995 por el grupo británico Queen, que bien podía ser el título de este post, que habla de un muchacho de 22 años que persiguió su sueño durante mucho mucho tiempo, y finalmente lo alcanzó…un sueño “hecho en el cielo”.

Su camino durante todo ese tiempo nos sirve a todos como ejemplo de superación, esfuerzo, sacrificio… y pasión por vivir. Al igual que el título de la novela escrita por la italiana Susanna Tamaro en el año 1995, “Donde el corazón te lleve”, los sueños de este muchacho le llevaron lejos de su casa, a Ámsterdam … Muchos sueñan en conseguir grandes cosas, mientras otros permanecen despiertos y las consiguen. Ignacio Ampurdanés Ruz permaneció despierto mientras soñaba durante todo ese tiempo…

De esta manera nos explica Ignacio cómo transcurrieron esos años…

“Nunca fui amigo de expresarme por escrito en público, más cuando hablo de un tema que me involucra personalmente. Sin embargo, en esta ocasión, por vosotros, amigos y amigas, me esforzaré en hacerlo lo mejor posible.

Dado que voy a hablaros de mi trayectoria en la música, he de empezar por los orígenes, para lo cual debo empezar disculpándome. He de pedir disculpas a mis profesores, a los cuales desesperaba y volvía locos en el colegio, por empezar a ser músico antes de saberlo. Me pasaba todo el día dando golpes, buscando ritmos que no salían, y transformando todo aquello que llegaba a mis manos en una baqueta.

Dicen que “el que la sigue la consigue”, y así fue. Mis padres –a los que les debo todo en este mundo- vieron en mí una gran ilusión y decidieron apostar por mi. Optaron por regalarme una batería de juguete, pero yo siempre, aún siendo pequeño, pensaba en grande y les dije que quería una de verdad. Hicieron bien no hacerme caso en ese momento. En su lugar, ya que “El hábito no hace al monje”, decidieron apuntarme a clases de percusión y piano, necesarias para formarme previamente. Una vez que vieron que mi interés se consolidaba, me regalaron una batería acústica, instrumento del que no me he despegado hasta el día de hoy.

Con mi batería nueva me sentía ya un músico profesional, pero, como todo niño, empecé sin saber absolutamente nada y no me daba cuenta de los errores que cometía. Sin embargo, cada cosa que iba descubriendo aumentaba más mi curiosidad por la percusión y la música.

Sucedió así, entonces, que un tal Vicente -por aquel entonces director de la Escuela de Música-, confió en mí para acompañar a la Coral de Tomares, brindándome la oportunidad de entrar en la Banda Sinfónica Municipal de Tomares (B.S.M.T). Esta fue clave para mi desarrollo, no solo profesional, sino personal y humano, ya que, a día de hoy, puedo decir que mis mejores amigos los he encontrado en esta Banda, y que, gracias al trabajo en grupo que la caracteriza, cada día que paso con ellos me siento más realizado.

A medida que más tiempo pasaba en este “mundillo”, más me iba dando cuenta de lo que lo necesitaba. Decidí dar un paso más, y realicé las pruebas de acceso al Conservatorio Elemental de Triana, y ahí fue donde formé mi primer grupo de música, del cual tengo grandísimo recuerdos y era ahí donde empezaba realmente mi aventura baterística. Tres años más tarde continué mi formación en el grado medio de música en el C.P.M. Francisco Guerrero, desarrollándome como percusionista y conociendo a magníficos compañeros y profesores.

A lo largo de este tiempo, siempre consideré a la batería como un instrumento secundario, y estuve más centrado en la percusión clásica durante mis estudios. Sin embargo, cuando tocaba la batería con la B.S.M.T. en algunas de las obras de su amplio repertorio -que variaba desde un pasodoble o marcha de Semana Santa, a una versión adaptada de una banda sonora de una película-, o cuando lo hacía en otros grupos de música de los que iba formando parte, como Los Tarumbas, sin darme cuenta, sentía que estaba realizando aquello que me hacía más feliz. Así fue como amé aquello a lo que me dedico hoy día.

A medida que se acercaba el último curso de grado medio, más me costaba optar entre la percusión clásica y la batería. Al fin y al cabo, dicen que “elegir es renunciar”, y eso duele, más cuando sientes pasión por lo que haces. Finalmente, guiándome por mi corazón, decidí que la batería podía aportarme el flow que estaba buscando. En ese momento, vi clara la oportunidad de escaparme de mi ciudad, no por eso menos querida, y buscar nuevas experiencias, nuevas personas, nuevos sentimientos y tener nuevos objetivos, ya que eso es lo que me hace sentirme vivo.

Antes de salir, me pareció buena idea dar clases de batería en mi ciudad durante un año con grandes profesionales hasta encontrar el estilo sobre el que construirme profesionalmente. Nuevamente, tuve que elegir, y el ganador fue el Jazz. Automáticamente, me puse a investigar qué destino era el mejor para continuar mi camino. Después de mucho preguntar, viendo que mi familia se había mudado de continente, vi que la mejor opción era Ámsterdam. Ahí comenzó un nuevo sueño, y por mis narices que iba a estudiar ahí. A día de hoy, desde Ámsterdam, os digo que no iba mal encaminado por aquel entonces.

Me presenté en 2014 a las pruebas del Conservatorium Van Ámsterdam y, para ser sincero, no iba suficientemente preparado. Lógicamente, me dijeron que me fuera de vuelta a Sevilla, que iba a perder mi silla. En ese momento pensé: ¿si, no? pues me vengo a vivir a Ámsterdam el curso que viene y me preparo por mi cuenta otra vez para el siguiente año. Y así fue, en octubre de ese mismo año emprendí la aventura con tres compañeros más que venían con mi mismo objetivo.

Mi experiencia durante este curso prácticamente autodidacta fue increíble, ya que, aún siendo difícil, supimos llevarlo con el mejor flow posible. Trabajé duro para conseguir el dinero suficiente para mantenerme mes a mes, y así aprendí a valorar todo aún más, a sentirme privilegiado. Cada clase que daba con Joan (el profesor que me estaba preparando para la prueba de acceso), o cada cerveza que me tomaba, me sabían a gloria. Es una experiencia que me hizo crecer mucho personalmente.

Finalmente, llegó el día de la prueba, y yo estaba más nervioso que el Demonio de Tazmania, pero tenía el privilegio de que me acompañaban tocando grandes músicos que conocí en ese año. La prueba fue genial y no pude salir más contento, pero hasta dentro de un mes no conocería los resultados. Una vez ya en España, unos 25 días después, recibí la mejor noticia de mi vida, ¡había sido aceptado en el Conservatorio de Ámsterdam para estudiar el año preparatorio!

Eso significaba mucho para mí. Logré el reto más grande que me había puesto en mi vida. Poder estudiar en uno de los conservatorios mas prestigiosos del mundo, donde se han formado grandes músicos, todos ellos muy conocidos en el mundo del Jazz. Con los mejores baterías de Holanda de profesores como Martijn Vink, Marcel Serierse, Lucas Van Merwijk y Gerhard Jeltes, que han tocado con músicos del nivel de Jones Breker Brothers, Chris Potter, Gonzalo Rubalcaba, Toots Thilemanns, Harry Edison, Leonardo Amuedo, o en agrupaciones tales como WDR Big Band, Jazz Orchestra Concertgebouw y Metropole Orchestra. Que decir de las infraestructuras impresionantes, el nivel de alumnos altísimo, actividades y Masterclass por doquier… Y si hablamos de la ciudad… que ofrece grandes oportunidades para ver a los grandes músicos del momento.

Y así es como me siento. Feliz, realizado, con una actitud positiva, y sintiéndome privilegiado por hacer lo que hago, sin perder de vista de dónde vengo y a dónde voy. No puedo hacer otra cosa que seguir dándoos las gracias a todos aquellos que creísteis en mi.

Creo que todo el mundo puede llegar a conseguir sus sueños, con persistencia e ilusión, o, como diría yo, con flow, porque el flow genera flow.”

 

 

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